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Mostrando entradas de octubre, 2016

Sepúlveda: iglesia y santuario de la Virgen de la Peña

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E n la parte alta de la ciudad, allá donde termina ese alargado brazo chinesco que es el casco antiguo de Sepúlveda y apenas alejado unos insignificantes metros de la sede de la Guardia Civil, otro notable santuario nos recuerda, como en el anterior de Brihuega, la veneración a una Mater , que si bien el color no lo evidencia en la talla que se venera en el altar mayor de la iglesia, sus orígenes son tan oscuros -¡oh, hijas de Jerusalén! - como la matriz donde se la encontró: la Virgen de la Peña. La cueva donde se halló la imagen, en ese singular siglo XII en el que parece que hubo una auténtica explosión de apariciones y descubrimientos marianos –algo comparable a lo sucedido apenas terminada la Segunda Guerra Mundial con esas cosas que se ven en el cielo -, en los que los guardianes del Camino, es decir, esos cambeadores y celosos guardianes de la tradición que fueron los templarios, casualmente no andaban lejos, todavía existe en la actualidad, si bien la última vez que estuve

Brihüega: iglesia y santuario de la Virgen de la Peña

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'MEFISTÓFELES: No es bueno descubrir tan gran misterio... Hay diosas en sus tronos solitarios, que no rodea el tiempo ni el espacio; resulta muy difícil hablar de ellas. ¡Son las Madres!'. [Goethe: 'Fausto'] S iempre resulta una experiencia realmente emocionante, tener la oportunidad de acceder a un antiguo lugar de culto, independientemente de la provincia donde éste se sitúe, sin importar, después de todo, que los efectos del tiempo y sobre todo, aquellos quizás más importantes provocados por la mano del hombre, resten una buena parte de la excelencia sacra que éste tuvo en su momento. Uno de los más interesantes, y a la vez, del que todavía podemos sacar relevantes conclusiones, no es otro que este Santuario de la Virgen Peña. Localizado en la histórica ciudad alcarreña de Brihuega, nos revela no sólo lo que debió de ser, en tiempos, un verdadero centro espiritual de culto a la figura primordial de esa Gran Diosa Madre que, llámese como se quiera –