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Mostrando entradas de octubre 6, 2013

Triacastela: iglesia de Santiago

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T riacastela, por algún motivo indeterminado, nunca se convirtió en la gran urbe soñada por el rey Alfonso IX; al menos, esa es la opinión de un peregrino que, según él mismo confiesa en uno de sus libros más conocidos, recuperó su Espada en el Camino de Santiago: Paulo Coelho. Son, aproximadamente, veinte los kilómetros que la separan de ese centro inconmensurable de Poder, que es O Cebreiro, y unos diez –kilómetro más, kilómetro menos- los que hay desde esa parada que los peregrinos generalmente obvian, en la que nos quedamos en nuestro último tranco: Temple. Precisamente, tanto Alfonso IX primero, como su hijo Fernando II después, fueron generosos con la Orden del Temple, independientemente de que el primero mantuviera sus más y sus menos con ellos, ordenándoles desmantelar, a instancias de su hermana Doña Urraca, el poblado que éstos habían desarrollado alrededor de su bailía de Faro, lugar en el que se habían instalado, probablemente, por la intercesión del poderoso conde de