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Mostrando entradas de noviembre 19, 2012

Ruteando por San Pedro de Arlanza

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U na hora después de comer, apenas alejada la tormenta como aquéllas oscuras golondrinas de Bécquer, que nunca volvieron a Sevilla, el ambiente continúa liberando humores a pólvora mojada. Covarrubias queda atrás, junto con sus bien puestos mondongos patrimoniales, sus ilusorias brujas -que son de la buena o de la mala suerte, como en cualquier otro lugar del becerro de oro que es España-  y sus nobles fantasmas del ayer. Semejante a un sueño, el camino nos precipita, una insignificancia de kilómetros más adelante, en una testa táurica y carcomida por los agujeros de gusano del tiempo, cuyos cuernos, semejantes a una media luna, los añade una carretera general que parece secuestrar al viajero -cual homérica sirena- hacia el hechizo mortal de los cantos gregorianos de Silos: Te Deum Laudamus . I ntentar describir San Pedro de Arlanza, resulta algo más que un tópico. A fin de cuentas, ¿cómo describir lo indescriptible?. La visión, lejos de parecerse a ese espejo histórico y cultu