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Mostrando entradas de junio, 2011

Enigmática Leache

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'En el centro de Navarra, e incluso en el norte, encontramos hermosas casas de piedra, construidas en su mayor parte, desde el siglo XVI al XVIII que reflejan el bienestar producido por la emigración a América y en las que es posible hallar reminiscencias de estilos artísticos determinados, desde una especie de románico tardío y empobrecido, hasta el barroco y neoclásico, pasando por el gótico, el renacimiento, e incluso el herreriano. Sin embargo, los canteros de las aldeas llegaron a crear un estilo propio que tuvo gran difusión en los siglos XVII y XVIII...'. [Julio Caro Baroja (1)] S ituado relativamente cerca de Olleta, una vez dejado atrás el Alto de Lerga, y a escasos kilómetros de Aibar, el pueblecito de Leache atesora una historia antigua, no exenta de singulares enigmas, que se hallan aún muy lejos de resolución, por mucha tinta que se haya escrito y por mucha tinta que se escriba, incluida la presente. Quien lo visite en la actualidad, gozando de su pinturesco entorn

El Palacio Real de Olite

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O lite, capital de una de las cinco históricas merindades navarras, distante, aproximadamente, una veintena de kilómetros de Puente la Reina y 40 de Pamplona, la capital. Cuesta imaginarse esa escalofriante Edad del Hielo en la que en éste entrañable solar sólo existía una infinita extensión de tundra. Una tundra primordial, como ese primigenio mar, que fue convirtiéndose, gradualmente, en un hábitat humano en el que dejaron su huella celtas, romanos, visigodos, árabes y cristianos, que protagonizaron épicos y a la vez fascinantes episodios de una Historia que continúa andando, como los cientos de peregrinos que, año tras año, recorren curiosos sus calles buscando una parte de Iluminación vital en su camino. O lite ha legado al mundo, cuando menos, tres auténticas joyas artísticas: la iglesia de San Pedro, la iglesia de Santa María la Real, y por supuesto, el Palacio Real. Un palacio que fascina por sus numerosos detalles: la perfección, que recuerda esas espectaculares maquetas - Exim

Rompimiento de Gloria

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N o se trata de un título elegido al azar, sino que, por el contrario, forma parte de un recurso artístico utilizado por los pintores de todas las épocas, y se refiere al inigualable espectáculo que a veces ofrece el sol al ponerse tras una masa de nubes, mientras éstas adquieren una genuina coloración, que varía entre el rojo y el oro. M omentos espectaculares, sin duda inolvidables, que han marcado, a través del tiempo, y lo seguirán haciendo, el alfa y el omega de las etapas del peregrino, y que no puedo dejar pasar la ocasión, al menos de mostrarlos en este blog, tal y como me los he ido encontrando en mi camino. U n grato placer, que sin duda reafirma la aseveración de aquél filósofo francés -Paul Elouard- que dijo una vez: hay otros mundos, pero están en éste .

Puente la Reina-Gares

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E n el principio estaba el puente , afirmaba el historiador navarro José María Jimeno Jurío a quien, entre otras obras de interés, debemos agradecer un excelente monográfico acerca de la vecina ermita octogonal de Santa María de Eunate (1). Pero aparte del Puente y de constituir ese Axis Mundi Jacobeo donde todos los Caminos se hacen Uno , Puente la Reina es un bastión simbólico que atrae la percepción del peregrino a todo lo largo y ancho de su inmemorial Calle Mayor. E l viaje simbólico, como una jugada imaginaria de ese inmemorial Juego de Caminantes , comienza apenas dejado atrás el albergue de los Padres Reparadores, situados ya a pie del pórtico de entrada a la iglesia templaria del Crucifijo (2), donde el peregrino se siente integrado en una jugada afortunada, que le indica que lleva el camino correcto, cuando vislumbra, en el primer capitel de la izquierda, un signo de éxito y avance: dos ocas felizmente unidas por sus cuellos. Despues, aproximadamente en el centro del arco de

Estella (Lizarra)

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'Tras ascender una empinada colina llegaréis a Lorca y, desde allí, salvando un magnífico puente de piedra, alcanzaréis Villatuerta, a la salida de la cual, en la bifurcación de caminos, tomaréis por la derecha, hacia Estella, la monumental y hermosa Estella que parte en dos el río Ega...'. [Matilde Asensi (1)] A l dejar atrás Cirauqui, no pasamos por Lorca. Sí lo hicimos por Villatuerta, pero eso fue al regreso de nuestra provechosa excursión por la Sierra de Urbasa, ese hábitat natural de los enigmáticos y legendarios jentilak , cuyos pueblecitos, amén de guardar interesantes secretos, ya tenían preparado el tradicional mayo . Con Estella se puede decir, o mejor dicho, parafrasear a Paulo Coelho (2), y afirmar que de alguna manera, tenía que volver, porque, en el fondo, creo que forma parte de mi Historia Personal. Una historia que comenzó un soleado día de julio de 2009, después de haber dejado atrás la magia de Leire y la increíble historia del Abad Virila; haber visitado,

Cirauqui

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D e camino a la Rioja, y algunos kilómetros antes de Estella, el peregrino busca acomodo y cobijo en éste pinturesco pueblecito navarro de Cirauqui. Aunque breve, de mi estancia en Cirauqui recuerdo, con nostálgica claridad, una mañana donde las nubes se habían confabulado para restar protagonismo a un sol deseoso de dorar unos campos que rezumaban la frescura de un húmedo invierno; una estrecha y empinada Scala Dei , que es su calle principal, que desemboca en el albergue de peregrinos, a escasos metros de unos escalones de piedra que conducen a la pequeña plazuela situada al pie mismo del pórtico principal de entrada a la iglesia de San Román. Este hermoso ejemplar del románico navarro del siglo XII, posiblemente sea, en esencia, el lugar más emblemático del pueblo. Ese punto neurálgico que concentra la atención del peregrino desde tiempo inmemorial, ofreciéndole, a través del simbolismo de sus curiosos capiteles, mensajes subliminales que manos expertas consignaron, labrando magia e