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Mostrando entradas de 2011

Feliz Navidad

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A punto de entrar por esa Porta Infernii , con la que Jano, el dios bifronte, nos muestra su lado más frío y gélido, marcándonos el camino del solsticio de invierno, que para los cristianos coincide con la Navidad, es bueno hacer un alto en el Camino y descansar. Al menos, en lo que respecta a éste caminante. Es sólo una breve parada; digamos, que he caído en la cárcel de ese mágico tablero que es el Juego de la Oca y debo permanecer algunos turnos sin jugar. A hora bien, no quería hacerlo, sin acordarme de los amigos de este blog, de vuestros amables comentarios y sobre todo, no quería dejar pasar la ocasión de mandar un recordatorio de paz, de salud y de cariño a todos aquéllos amigos del Camino, que aún en estos días tan especiales, y lejos de sus hogares y sus familias, afrontan con determinación la dirección de Compostela y el Finis Terrae, sin importar las vicisitudes por las que tengan que atravesar -duras, no me cabe duda- ni tampoco los motivos que les lleven a hacerlo. Pero

Frías: encanto medieval

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'El ciego sol se estrella en las duras aristas de las armas, llaga de luz los petos y espaldares y flamea en las puntas de las lanzas. El ciego sol, la sed y la fatiga. Por la terrible estepa castellana, al destierro, con doce de los suyos -polvo, sudor e hierro- el Cid cabalga...' (1) C aminos del Cid; caminos de misterio y gloria. De Frías, recuerdo particularmente una tormenta que nos sorprendió poco después de dejar atrás la ermita de Tobera y la capilla del Santo Cristo del Milagro . El agua, que caía en abundancia, nos sorprendió apenas nos alejamos del vehículo, el cual dejamos estacionado en los aparcamientos habilitados a la entrada de la ciudad, debajo de las murallas de su imponente castillo. Un castillo que, visto así, desde abajo, parecía extender sus milenarias almenas hacia un cielo gris, impenetrable, semejando la prolongación de los tejados de unas casas que, apiñadas en hilera por su calle principal, aún conservan esa arcana esencia de su glorioso pasado medi

Una luz al final del puerto de Pedraja: San Juan de Ortega

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'...visitad la tumba de san Juan de Ortega -en el mundo Juan de Quintanaortuño-, otro pontífice y arquitecto iniciado que construyó el puente de Logroño, reconstruyó el del río Najerilla, levantó el hospital de Santiago de aquella ciudad y edificó la iglesia y la hospedería que llevan su nombre. Pero, además, como santo taumaturgo, se hizo famoso ni más ni menos, que por resucitar muertos. Así lo afirma al menos la leyenda' (1). E ste breve, aunque interesante periplo peregrino, finaliza, aproximadamente, diez kilómetros más allá de la ermita de Valdefuentes. Y lo hace, en uno de esos lugares especiales del Camino, en el que los canteros, dando muestras, una vez más, de su pericia y de sus conocimientos -no sólo geométricos, sino también astronómicos- dejaron, para la posteridad, una señal en forma de rayo de sol que, cada 21 de junio, coincidiendo con el solsticio de verano -en la apertura de esa porta coeli regida por Jano, el dios romano de las dos caras- penetra en la nave

Por el Puerto de Pedraja hacia San Juan de Ortega: la ermita de Valdefuentes

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'- Conozco a un cantero. Él dice que con sus manos saca el alma de las piedras y, a cambio, la piedra se queda con parte de la suya' (1). E l peregrino que ha dejado atrás Villafranca Montes de Oca -habiendo pasado por lo que antaño fuera el monasterio de San Félix y el santuario de Nª Sª de Oca- asciende con determinación el dificultoso puerto de Pedraja, con la intención de dirigirse hacia San Juan de Ortega. A mitad de puerto, aproximadamente, y a unos 10 ó 15 kilómetros de distancia de ésta, hace un alto junto a una curiosa ermita que comparte nombre, también, con una fuente que ya en el pasado sació la sed de viajeros ilustres: Valdefuentes. U no de tales viajeros, fue el poeta Gonzalo de Berceo, perteneciente a esa maravillosa corriente intelectual, denominada como Mester de Clerecía y autor, entre otras, de una auténtica joya de la Literatura Universal, como es su obra Milagros de Nuestra Señora , donde introduce algunas historias que son bien conocidas por los peregrin

Peregrinos en Villafranca Montes de Oca: Segunda Parte

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A veces, hay deseos que no pueden cumplirse en el momento en el que a uno le gustaría. Por regla general, ningún viaje es perfecto; sobre todo, si se lleva el tiempo contado y además una ruta previamente planificada, que no admite desvíos, ni siquiera cuando las circunstancias sitúan en las cercanías aquél lugar que desearíamos visitar. Muchas veces queda, como digo, esa sensación de vacío que acompaña siempre a un deseo irrealizado; eso que, generalmente, denominamos como quedarse con las ganas de . R ecuerdo, y lo digo como antecedentes para la introducción de esta pequeña historia, que me quedé dos veces con las ganas de parar en Villafranca y visitar este interesante santuario natural, donde se levanta la ermita de Nª Sª de Oca. En ambas ocasiones, por increíble que parezca, pasé por las cercanías, y por las circunstancias anteriormente mencionadas, no me fue posible parar. E n la primera, me ocurrió dos veces: a la ida y a la vuelta de un viaje de vacaciones, corto pero intenso,

Peregrinos en Villafranca Montes de Oca: Primera Parte

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'Polvo, barro, sol y lluvia es Camino de Santiago. Millones de peregrinos y más de un millar de años...' (1) F inales de agosto. El verano bosteza, preparando las maletas para hacer turismo por otras latitudes, otros hemisferios, en cuyo hotel ya ha hecho la reserva, como es habitual. Aún así, el sol continúa zurrando de lo lindo; calentando con saña, sin importar lo temprano de la hora. Su caricia sofoca en campo abierto y muy pocos son los que se parar a mirar el vuelo de las aves. Todas, en formación y desde luego en solidaria comandita, forman una punta de lanza que señala hacia Oriente. El peregrino, mochila al hombro y bastón en mano, lo intuye; pero no detiene nunca su marcha, excepto en los puntos previamente establecidos en su ruta. Se sabe peón activo en el Gran Juego Vital en el que está participando y considera sus ampollas y penalidades como estigmas que ponen siempre a prueba su fortaleza y su fe. P oco después de amanecer, llegan los primeros peregrinos. Por la d

Otoño soriano

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'No somos lo que la gente deseaba que fuésemos. Somos lo que decidimos ser' (1). Sólo es una Fantasía. Porque, lectores y caminantes, en el fondo, todos somos Sanchos y Quijotes y ancho, desde luego, es el Camino, donde quizás algún día nos encontremos... M i querido Señor Don Quijote: T iempo ha que nos separamos y como véis, aún continúo vagando por esos caminos de Dios. Lo hago como siempre: a lomos de burra vieja . Voy en busca de mi ínsula, ¿recordáis?, aquélla que vos me prometisteis y que vuestros enemigos no permitieron que cumplierais con vuestra palabra de hidalgo y caballero. Como sabéis, pues bien me conocéis, nunca he sido muy hábil a la hora de escribir, de manera que proseguiré la presente misiva con una pregunta: ¿soy yo quien persigue al otoño, o es el otoño el que me persigue a mí?. Lo sé, lo sé, mi buen caballero: soy cristiano viejo y holgazán por naturaleza, incapaz de perseguir algo que no esté destinado a saciar mi pantagruélica fame . Sí, sí, ya sé tamb

Persiguiendo al otoño por la Sierra de la Demanda

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' -Yo me estaba en Barbadillo, / en esa mi heredad; / mal me quieren en Castilla / los que me habían de aguardar. / Los hijos de doña Sancha / mal amenazado me han / que me cortarían las faldas / por vergonzoso lugar, / y cebarían sus halcones / dentro de mi palomar, / y me forzarían mis damas / casadas y por casar...' (1) C astilla la Vieja. La Vieja Castilla. La de forúnculos inciertos en unas posaderas cuyos orígenes no están todavía nada claros. Burgos y su provincia: mesetaria e infinita; ancestral y llana. Burgos, cuna de caminantes y caminos de peregrino. Burgos la fría, la del eterno manto de armiño hasta bien entrada la primavera; la cosmopolita; la de los Fueros; la Comunera; la profunda. Madre paridera de las Merindades; de la Bureba; de la Esgueva; de los tejemanejes esotéricos del puerto de la Pedraja y los Montes de Oca; la de los santuarios; la de los puentes y los pontifices; la de los benedictinos deambulando eternamente por los claroscuros de un claustro, el d

El Sueño de una jornada de Otoño: Capricho de un hombre invisible

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'El que realmente está comprometido con la vida nunca deja de caminar' [Paulo Coelho: 'El Aleph'] C on el final del verano, desaparecieron los ocupas de Shakespeare, Oberón y Titania ; y también los pececillos de colores que, como luciérnagas, pintaban grafitis armónicos bajo la superficie del estanque chico. Permanece ahora en ella, como una marea de chapapote crepuscular, una capa de limo plateada, tupida y oscura que, como el capote de un matador de toros, recoge en prenda las hojas sin sabia que el tiempo ha envejecido y la estantigua ha ejecutado. En el estanque grande, aquél que dibuja ilusiones de luz y sombra que oscilan a merced del viento, una cohorte de ánades acompaña en cortejo y porta las arras de dos cisnes negros. Observándolos, me siento como ese pérfido voyeur que asiste a hurtadillas a una privada danza de amor que ejecutan con sus cuellos, tal y como los observo a menudo en muchos capiteles románicos. Pienso que, dado su color, tal vez se trate

Ruteando por Burgos con el Magister

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'La tarde era cálida, deliciosa: inusitadamente cálida para la época del año. La suave fragancia del incienso, elevándose dulcemente en la atmósfera quieta, llenaba nuestro espíritu de calma. Envuelto en una gloriosa aureola, el sol se ocultaba en la lejanía, tras las altas cimas del Himalaya, dejando teñidos de púrpura, como un presagio de sangre que salpicaria el Tíbet en los años futuros, los picachos llenos de nieve...'. [T. Lobsang Rampa (1)] A veces cierro los ojos y miro atrás. Aunque parezca mentira, aún conservo una vela incandescente en el ataúd de la memoria por aquél joven chela y su maestro, el lama Mingyar Dondup, que durante tantas horas me acompañaron en una juventud que se las prometía muy felices. En aquélla época, mis sueños de aventura tenían dos nombres específicos; dos nombres exóticos, misteriosos y sobre todo mágicos, que se habían grabado a fuego lento en lo más recóndito de un alma que todavía permanecía aletargada bajo el disfraz de Peter Pan: Egipt

Ruteando por Segovia: pequeño diario de una etapa en el Camino

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Q uerido Diario: H e estado en un bosque. Había un río y también un promontorio rocoso, en cuyo vientre de piedra, la vida se desarrolló en el líquido amniótico de la Historia. Estamos en agosto, pero eso ya lo sabes. Por la mañana, horas después del canto vespertino de los gallos, ese toque de diana rústico e imperativo, que pone en movimiento a los reclutas del corral y hace infelices a los humanos, que ven que sus sueños se escapan por la ventana abierta, desvaneciéndose en el aire como el humo. A llá lejos, en la parte donde el Duratón forma arcos de ballesta , como diría Maese Machado refiriéndose al Duero a su paso por Soria, las sombras se niegan a retirarse, ocupando, con espartana determinación, barricadas de silencio. El silencio de los santos eremitas que un día ocuparon hasta el último recodo de su vientre natural, para renacer, con espiritualidad nuevemesina , a una nueva vida de sacrificio y sabiduría. A ésta otra parte, donde nuestros pasos provocan la

Pueblines del Camín: La Piñera

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N o podía falta, y con esto termino por el momento el pequeño ciclo dedicado a algunos pueblines asturianos, otro emblemático lugar, también situado en las inmediaciones del Monsacro y beneficiado, por tanto, al menos teóricamente, de la magia, la tradición y el telurismo ancestral que emanan desde sus misteriosas entrañas, desparramándose como un torrente por el entorno: La Piñera. L a Piñera conlleva para Asturias, lo que Calatayud para Aragón: arrastra una coplila maliciosa, que a base de repetición y cachondeo popular, se ha convertido en pieza indiscutible de todas las floridas romerías; una coplilla que soportan, como una especie de rito de iniciación, cuando no de paciencia -permítaseme el símil- todos los párrocos que se van relevando en el lugar, y que se basa en los deslices carnales de un cura con una molinera (1). Por cierto, que tuve ocasión de comprobarlo el pasado 24 de julio, durante la romería celebrada en la cima del Monsacro. El párroco, don Miguel Ángel (2) estaba

Pueblines del Camín: La Vara

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L a Vara es otro de esos interesantes pueblines asturianos del Camín, en el que dada su elevada situación, no resulta extraño que el orbayo -tan familiar y tan asturiano también- haga pertinaz acto de presencia durante la mayor parte del año. Atardecía una hermosa tarde de septiembre, cuando llegamos al lugar, si no buscando misterios -que habélos, haylos , no faltaría más- sí al menos con la esperanza de encontrar a cierto concejal -de presencia tradicional en las romerías del Monsacro- que pudiera orientarnos. Lo encontramos; interrumpimos una celebración familiar; nos comentó cosas no tan largo y tendido como hubiéramos deseado pero sí interesantes si las lleva a cabo, y cuando nos despedimos de él, dimos un corto pero agradable paseo por el pueblo. C onectado con La Carballosa por un caminillo rural que posiblemente hollaran en tiempos sandalias romanas, cuando no peregrinas, a diferencia de otros lugares, sólo encontramos una genuina Cruz de la Victoria -incompleta- en el dintel

Pueblines del Camín: Bueño

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S us orígenes, como el de los vaqueiros , son inciertos; se ocultan detrás de ese enigmático velo de Isis en el que los teósofos pretenden vislumbrar una cosmogonía universal muy diferente a la visión fría y racional que nos han vendido los academicistas, y a la que van a parar todos los huérfanos de toda época y lugar, conformando capítulos incompletos, relativos a diferentes culturas y civilizaciones. Me refiero, como habréis adivinado, a la Historia. Y en algún apartado rincon de ésta, desde luego, a los hórreos. E n cierto modo, no debe de resultarnos extraño que hombres relevantes, independientemente de la época y sus circunstancias, hablaran de ellos e incluso les hicieron partícipes de metafísicos milagros, haciéndose, cuando menos, preguntas acerca de sus orígenes y características. Uno de tales hombres, fue el soberano Alfonso X, no en vano apodado el Sabio , quien ya olisqueara el hórreo para ilustrar el milagro de la Cantiga número 187 . Otro, más actual e ilustre gijonés

Pueblines del Camín: La Carballosa

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'Véote, querida Asturies, / humilde y acurrucada / entre los Picos de Europa / y el Puerto de Vegarada, / que te guardan y defienden / como se guarda a una infanta, / princesa o doncella hermosa / po les bruxes encantada...'. [Carlos de la Concha (1)] H ay varias maneras de llegar a este pequeño pueblín de La Carballosa: una es siguiendo la carretera general, que termina precisamente allí, en una rotonda, y otra es hacerlo a pie desde Busloñe, adentrándose por un caminillo en cuesta que, delimitado por un pequeño aunque tupido bosquecillo, puede parecer el lugar ideal para las tretas y celadas de cuélebres y diaños burlones . No obstante, recomiendo armarse de valor y seguir este agradable sendero, sobre todo, porque no tardaremos en darnos cuenta de que el empedrado que pisamos es Historia; y aunque ya no se escucha el eco, seco y estremecedor, de las suelas de las sandalias de los curtidos legionarios, constituye, sin embargo, el pequeño vestigio de una antigua calzada roman

Pueblines del Camín: Busloñe

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'Asturias es, sin disputa, la región española más rica en leyendas y mitos. Hermana de Galicia y del incomparable Bierzo, en ninguna otra han perdurado más que en ella las creencias precristianas...'. [Mario Roso de Luna (1)] L legar a Busloñe me supuso conseguir, sino un conocimiento profundo, porque tal cosa sería desproporcionada e imposible en relación al tiempo que permanecí allí, sí al menos una aproximación a uno de los interesantes pueblecitos que, cual diminutos satélites, orbitan alrededor del Monsacro, y por extensión, perviven plácidamente adormecidos a la vera de la Sierra del Aramo, junto a otro de los montes más emblemáticos de Asturias: l'Angliru . H acía calor, desde luego, y apenas acababa de dejar la bolsa con las escasas pero imprescindibles pertenencias, en mi habitación de La Casa Vieja , el hotel rural de Santa Eulalia de Morcín, en el que estuve cómodamente alojado en éste, mi último desplazamiento al Principado. No obstante los avatares de un viaje

Pueblines del Camín: Santa Eulalia de Morcín (Santolaya)

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C uenta la Tradición, que fueron guerreros de Morcín los que, habiendo acudido a la llamada del rey Rodrigo y habiendo sobrevivido al desastre del Guadalete, guiaron y escoltaron a don Pelayo por las montañas del interior de Asturias, hasta llegar a la cima del Monsacro, donde depositaron el Arca con las sagradas reliquias que Santo Toribio había traído de Jerusalén. Sucedía esto, poco antes de la caída de la capital del reino visigodo, Toledo, y la prueba de su veracidad, la encontramos en el interior de la Cámara Santa de la catedral de San Salvador de Oviedo, a donde fueron trasladadas por mandato del rey Alfonso II el Casto. Precisamente aquél rey, bajo cuyo reinado se produjo el milagroso descubrimiento de los restos del Apóstol Santiago; rey que, motivado por tan extraordinario suceso, se convirtió, propiamente hablando, en el primer peregrino, inaugurando, en su desplazamiento, el que sería conocido como Camino Primitivo, que se desarrollaba desde Oviedo, por el interior de Astu