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Mostrando entradas de 2010

Contribuciones Peregrinas 1

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M e gustaría despedir éste año 2010 y comenzar el año nuevo 2011, rindiendo un pequeño homenaje a aquellas personas que, espontánea y generosamente, han compartido fotos y experiencias conmigo, demostrándome que, después de todo, somos muchos los que todavía tenemos la capacidad de sorprendernos y valorar todas esas maravillas que nuestro mundo nos ofrece. Y quiero hacerlo, en primer lugar, con una bruja muy especial; una bruja viajera y soñadora, que no pierde ocasión de compartir todas aquellas maravillas, cercanas o recónditas, que encuentra en el Camino cada vez que su escoba y sus conciliábulos se lo permiten. B uena prueba de que tenemos en su persona a una estupenda receptora de Magia, lo demuestran éstas formidables fotografías que se corresponden con los lugares de especial relevancia, visitados en sus dos últimos viajes, sin duda iniciáticos: el Pirineo leridano y la Riviera Sacra. M is mejores deseos para el Nuevo Año, Paz, y sobre todo.... ¡no dejes nunca de soñar, sorpren

El Dolmen de San Martín de Montalbán

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S e podría pasar pefectamente de largo sin verlo, si no fuera por la presencia del oportuno cartel que, situado estratégicamente en la cima del montículo, te indica que aquello que tienes delante de los ojos y que apenas se diferencia de otras agrupaciones rocosas que has ido dejando atrás por el camino en el transcurso de tu búsqueda, es el famoso dolmen -o complejo megalítico, como también lo denominan- situado en el término municipal de San Martín de Montalbán. U n lugar aislado y solitario, desde luego, cuyo desvío se sitúa a dos o tres kilómetros de la referida población toledana, semejando, por su solitaria presencia, una insignificante islilla polinesia en mitad de un océano de cerros y sierras que, como olas bravías, se pierden hasta donde alcanza la vista. U n lugar, así mismo, bien conocido por los cazadores que, durante éstas fechas y hasta febrero o marzo -motivo por el que se prohíbe el acceso al cercano castillo de Montalbán- son los únicos seres cuya presencia levanta

Retorno a Santa María de Melque

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M anteniendo aparte, por su irrelevancia, la disputa territorial entre La Puebla y San Martín de Montalbán, no deja de ser una experiencia casi mística embarcarse un día por estos parajes, y permitir que la esencia del misterio que los acompaña a lo largo de los siglos, seduzca nuestros pensamientos con presencias legendarias. Tal podría ser, por ejemplo, el caso de esos mártires de Dios , como se ha denominado en numerosas ocasiones a los templarios, quienes -causal o casualmente- forman parte también de un entorno que, situado a una distancia aproximada de 30 kilómetros de ese goético y tradicional Axis Mundi que es la ciudad de Toledo, pueden ofrecer una buena pista para considerar la importancia del lugar. L a última vez que estuve, la sosegada tranquilidad del lugar -solitario, cuál oasis en mitad de unos montes que se prolongan en la distancia como un vaivén infinito de olas- se veía ocasionalmente perturbada por unos estampidos secos, fuertes y en ocasiones desgarradores, que p

Breve crónica de una visita a Carranque

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' Sombras alargadas ante mí se extienden, bajo la inabarcable bóveda celeste...' (1) C ronológica y oficialmente, se sitúa a Carranque en las postrimerías del siglo IV d. de C., considerándolo como uno de los conjuntos más monumentales de la Hispania romana. No obstante, caminando por este lado de la ribera del río Guadarrama, donde se ubican sus milenarios restos, resulta imposible no dejarse llevar por los caprichos del espíritu y permitir que éste, una vez liberado de la rígida ortodoxia con la que se ha pretendido presentarnos una Historia más desconocida de lo que se supone, vague a su antojo por unos páramos donde, al cobijo de los chopos, los pinos y los pequeños bosques, campean a sus anchas la liebre y la perdiz. S i bien hasta el momento el complejo sólo mantiene al descubierto el Palatium , el Mausoleo -hasta hace poco, se le denominaba Ninfeo - y la Casa de Materno , entre sus elementos bien pudiérase uno dejarse perder en las oscuras pero a la vez

Paseando con Ocas por la ribera del Tajo

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'Para don Juan, la brujería era el acto de corporizar ciertas premisas especializadas, tanto teóricas como prácticas, acerca de la naturaleza de la percepción y el papel que ésta juega en moldear el universo que nos rodea'. [Carlos Castaneda: 'El arte de ensoñar', Editorial Seix Barral, 1993] E l camino está señalado por una Virgen Negra , que aseguran se llama del Tiro y fue templaria. Cuelga en un cajetín acoplado al muro de la catedral -no muy lejos de donde se localiza una marca con la forma de pata de oca y pocos metros más abajo de la Librería Anticuaria Balaguer , donde posiblemente permanezca olvidado en algún oscuro rincón algún ejemplar del tenebroso Picatrix - misteriosamente oculta por un cristal que ha ido oscureciéndose progresivamente con la pátina de los siglos. A veces, según sea la posición del sol, un rayo lo ilumina y aguzando la vista, se puede ver su rostro, hierático, solemne y regio mirando fijamente hacia una calleja que se pierde en ba

Despeñando santos en Sierra Mágina: la curiosa tradición del Pachuelo

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L a primera vez que lo ví, transfigurado en la pared del descansillo del hotel Casería San José de Hútar, en la serranía jienense de Mágina, pensé que se trataba de una Virgen. Una Virgen en la que, desde luego, no se evidenciaban, a simple vista, señales de románico o de gótico que podrían haber hecho las delicias para alguien que, como yo, siente pasión por este tipo de imágenes y el esotérico misterio que las envuelve. Tal vez, pensé, mientras intentaba acertar con la llave en la cerradura de la habitación número 205 - Peña Jaén -, hubiera suerte y se tratara de alguna representación de cualquiera de las famosas vírgenes negras -de esas, negras pero bellas, porque las ha tostado el sol , según el Cantar de los Cantares- veneradas en las cercanas ciudades de Úbeda y Baeza: la del Rosel y la del Alcázar, por ejemplo. Resulta comprensible: siendo precisamente la noche de mi llegada a tan carismático lugar, mi bisoñez regional hacía que me mantuviera a años-luz de algunas otras curiosa

Domando Wouivres en Palencia

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R ecuerdo que mi primera experiencia con varillas, se produjo un 21 de diciembre, coincidiendo con el solsticio de invierno, hará un par de años, a lo sumo tres, en un lugar, sin duda, enigmático como pocos: la ermita de San Bartolomé, en el Cañón del Río Lobos. Hay quien denomina a este sitio como Lugar de Poder; reconozco que hasta hace poco tiempo, yo también lo denominaba así. Pero ahora, no obstante, y por motivos más afines a lo que verdaderamente se siente estando allí, prefiero utilizar un término que ya acuñó hace algunos años la editorial Orbis Montena para dar salida a una estupenda colección de libros dedicada, precisamente, a todos aquellos lugares especiales repartidos a todo lo largo y ancho de nuestro mundo: Lugares del Espíritu. M e acompañaba en aquélla ocasión, una amiga que previamente me había demostrado, acompañándose de péndulos, la gran influencia que ejercen sobre éstos, lugares tan carismáticos del interior de una iglesia, como puede ser, sin ir más lejos, el

Encuentros con el Misterio

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H abiendo comentado, posiblemente de una manera bastante somera, un acercamiento al mundo de lo Extraño, como son las celebérrimas caras de Bélmez , no podía dejar pasar la oportunidad de hablar de aquéllas otras circunstancias, rayanas en la irrealidad, que se producen cuando uno llega a casa y observa las fotos que ha conseguido recopilar durante su excursión por esos infinitos y misteriosos caminos. C uando te encuentras con ciertos detalles, digamos que peculiares, en fotos que sólo deberían haber captado lo que supuestamente veían los ojos en el momento de tomarlas, es imposible no detenerse a pensar en aquélla circunstancia que algunos investigadores, allá por los años ochenta, denominaban como bromas cósmicas , cuyos antecedentes más notables ya habían sido consignados muchos años antes por un infatigable recopilador de hechos inexplicables: el estadounidense Charles Hoy Fort. D e la impresionante colección de recortes de periódico que éste clasificó en cajas de zapatos durante

Una visión apócrifa de las Caras de Bélmez

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S i hemos de encontrar culpables, no se me ocurre ninguno mejor, que esa Dama, burlona y en ocasiones cruel, que se llama Providencia. Ahora bien, no deja de ser un aserto honesto, también, que en la presente historia, el hombre dispone y la Providencia, que no Dios, me parece a mí y el Diablo tampoco, hace el resto. D esde un punto de vista lovecraftiano , no puedo comparar los impenetrables y sombríos bosques de Providence, en Rhode Island, con esas fascinantes extensiones de altivos olivos, que caracterizan a la provincia de Jaén. Pero sí puedo comparar, en parte, esos tenebrosos Mitos de Cthulhu , con un no menos tenebroso Mito, eminentemente nacional, cuyas raíces se hunden en esta tierra con idéntica profundidad a como lo hacen las arcanas raíces de los olivos que la representan: las Caras de Bélmez. L amento decir, que no he estado en Bélmez de la Moraleda. Y bien que lo siento, porque, de hecho, su visita formaba parte de esas alternativas que, caso de ser necesario para mant

Don Quijote y el jardín encantado de Sierra Mágina

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P odría comenzar la presente historia, a la manera cervantina, que bajo mi punto de vista, no es, si no un antecedente en el que se basaría posteriormente el érase que se era de los cuentos populares. Y tentado estoy de hacerlo, desde luego, porque los peores momentos que te puedes encontrar a la hora de escribir, son los comienzos y los finales. Los comienzos, porque han de generar el magnetismo suficiente para atraer la atención y conseguir el interés y la continuidad de la lectura; los finales, porque se acercan a esa cualidad, humana y sensorial, que es el paladar, y determinan el gusto. E l caso es que, se sea mejor o peor narrador, las historias te asaltan apenas das la vuelta a la esquina de tu casa: un gato negro que se cruza en tu camino de madrugada, cuando aún la luna sobresale pálida por encima de los tejados de las casas; el primer autobús, que pasa raudo como un fantasma por la calle, sin detenerse en una parada cuya marquesina, cinco minutos después, cobijará a los mi

Contrastes de Magia Natural

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' - ¡Oh fuerzas misericordiosas! ¡Sueños otra vez!' [T.H.White: 'El Libro de Merlín'] (1) L a Naturaleza es un Crisol; un Crisol infinito y maravilloso, que mezcla belleza y magia a partes iguales. El Tiempo, lejos de esa funesta cualidad de padre inclemente que devora a sus propios hijos, es el Alquimista que vigila ese crisol y que hace magia, siquiera sea con un mismo elemento. ¿ Alguien me podría decir, por qué un mismo lugar se nos presenta de tantas maneras diferentes, siendo cada una de ellas tan hermosa o más que la anterior?. ¿Y si tuviéramos el Grial -pienso- frente a nuestros ojos constantemente y no fuéramos capaces de verlo?. E s por eso que amo el Camino: porque con sol o con lluvia; con bosque o desierto, nunca me deja indiferente, si no que, por el contrario, siempre consigue sorprenderme. (1) Editorial Bruguera, S.A., 1ª edición: marzo, 1982.

Águilas de Albanchez

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S iempre he vivido en un barrio que, al cabo de muchos años de evolución social, dejó de ser un terror marginal para convertirse en un distrito multicultural donde convivimos, con mayor o menor grado de aceptación, como en cualquier sitio, multitud de etnias y culturas. Los ojos de este niño feliz que fui -hogares humildes y niños felices no tienen por qué ser incompatibles- a veces se anteponen a la visión del hombre gris que soy, y me muestran mi calle como la veía entonces. De esa calle de antaño, lo más misterioso que recuerdo, son un viejo solar y una casa completamente arruinada, repleta de trincheras de escombros, ratas y telerañas de todas las espesuras y tamaños, así como un árbol enorme que, marchito también como la casa, era exactamente igual a ese siniestro árbol del ahorcado de la famosa película de igual título, interpretada por Gary Cooper. En su reseca madera, había unas manchas de pintura roja que, sin saber de dónde venía el bulo, todos los niños estábamos convencidos

Otoño en el embalse de la Cuerda del Pozo

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A veces creo que fue ayer, en este mismo lugar, donde un muchacho que se parecía a mí, soñaba, junto a las tranquilas aguas del embalse, con ese corazón de las tinieblas de Conrad -de ahí el por qué del título de la canción de Supertramp que acompaña al vídeo- y aún espantado y maravillado a la vez por la grandeza y la miseria que convierten el corazón humano en un campo de batalla entre el Bien y el Mal, abandonaba sigilosamente África, para embarcarme en esa fantástica Nave de los Sueños, y continuar con una travesía incierta por los oscuros laberintos de las calles de Praga. Buscaba al Dominico Blanco, y la única carta de presentación que tenía, allí, debajo de la sombra del mismo pino -hubiera sido impedonable, elegir otro árbol en Tierra y Corte de Pinares- era el nombre de un caballero que cambió su carrera en el banco, por el placer de la ruina literaria. El caballero en cuestión, se llamaba Gustav Meyrinck, y no tanto por su condición de judío como por los esoterismos a los qu

Vientos de Otoño me llevan

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¿Dónde estarán?, pregunta la elegía de quienes ya no son, como si hubiera una región en que el Ayer pudiera ser el Hoy, el Aún y el Todavía... [Jorge Luis Borges] S iempre he sentido una especial predilección por estos versos de Borges. Unos versos que, curiosamente, suelen acudir a mi pensamiento en estas fechas, cuando la nostalgia me abraza con el celo de una amante y los Vientos del Otoño me llevan lejos; tan lejos, como esa infatigable viajera que es la imaginación lo permita. H oy quiero cargar la tinta de mi pluma con los colores del otoño; evadirme, viajar, huir a esa región utópica donde el Ayer es Hoy , el Hoy es el Aún y el Aún es el Todavía. H oy simplemente quiero permanecer en un estado alterado de conciencia, ser hoja que cae y dejarme llevar por los Vientos del Otoño .

Crónica de un amanecer en la Fraga de Malvís

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Q uisiera pensar que cuando Lewis Carroll imaginó el País de las Maravillas, no fue porque lo soñara o lo viera reflejado en la fría e inerme superficie de un cristal, sino porque realmente lo descubrió a través de la ventana abierta de la habitación de un hotel. Un hotel donde las estrellas son las mismas que antaño alumbraban el paso de los ejércitos de la Media Luna en su avance arrollador. Un hotel, que siglos antes de griegos y fenicios; de romanos y celtas; de moros y cristianos, bien pudo haber sido un templo dedicado a esas oscuras divinidades de la Naturaleza, que aún pueden percibirse como diminutas e invisibles burbujas de luz huyendo hacia los cielos apenas el sol comienza a despuntar por el horizonte. U n horizonte señalado por unas sierras cuyas cimas semejan senos de mujer; Diosas Madres o Madre Tierras de cuyo vientre, aún hoy día el labrador desentierra misterios a golpes de pico y azadón. L uces de pueblecitos en la distancia, que son como estrellas en la tierra, señ

Historias mágicas: la Queimada

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N o hay mejor historia mágica, que aquella que se asienta en las páginas insustanciales de ese libro maravilloso cuyas páginas se escriben de recuerdos. De la presente historia, recuerdo un día repleto de acontecimientos. Un día intenso, que comenzó, inusualmente, sin ese paseíllo vespertino por los alrededores de Néstar. La mañana anterior, sin embargo, los antiguos y desterrados lares, nos habían sorprendido con algunos detalles de magia natural, que sólo se advierten cuando la noche y el día, siguiendo un ritual tan antiguo como el mundo, se hacen el relevo, mientras en el intervalo que separa el bostezo de una y el escrupuloso atusamiento de legañas del otro, pequeños universos encantados eclosionan y finalmente desaparecen. M undos contenidos, por ejemplo, en diminutas gotas de rocío que lavan la cara de los campos, y también en telarañas plateadas, que asentándose entre las plantas sin distinguir la belleza o condición de éstas, sirven de jergón improvisado para hadas y duendes,

La efímera belleza de los girasoles

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P or una extraña razón, siempre que los veo me recuerdan estrellas fugaces, gloriosas de luz durante una infinitesimal fracción de segundo, antes de apagarse y desaparecer definitivamente por la línea del horizonte. Un horizonte inalcanzable; igual que ayer; igual que hoy; igual que mañana. Como ese sueño que ha rondado el corazón de los hombres a lo largo de la Historia, y cuyo nombre -a pesar de los pesares- no dejamos nunca de pronunciar con un sincero anhelo de nostalgia: Libertad. P or supuesto, me refiero a esos hermosos, fugaces en su vitalidad, y sin embargo eternos deshauciados, que son los girasoles. Esa sempiterna manifestación vegetal que, cuál rémora unida vitalmente al tiburón, persigue siempre al sol, sin que parezca importarle en demasía el gueto donde nace, que de hecho, será la fosa donde yazga...

Un rincón mágico de Palencia

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E ste tipo de lugares, generalmente no aparecen en las guías; ni en la Michelín o en la Campsa , sobradas de estrellas y recomendaciones, ni tampoco en aquellas otras que, sugiriendo con mayor o menor detalle la visita a tal o cual monumento histórico-artístico, no dedican una sola palabra al entorno en el que éste o aquél se localizan, y sí se pierden, por el contrario, en abundancia de detalles técnicos de difícil comprensión. Por eso las guías, en mi opinión, suelen ser reflejo del gusto o la necesidad particulares del autor, y suelen incidir, sobre todo, en aquellos monumentos grandiosos que, en teoría, se supone que han de atraer mucho más la atención del viajero. P or el contrario, procuro hacer poco caso de ellas -a excepción de alguna pertinente consulta- pues si algo me emociona particularmente, es perderme por esos caminos de Dios y paladear al máximo todos y cada uno de los detalles que pueda depararme la aventura. S í es cierto, no obstante, que junto a este pequeño rincón

Reposición: Toledo, conciliábulo de brujas y soñadores

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[Verba volant, scripta manent: las palabras se las lleva el viento, lo escrito permanece. Nunca es demasiado tarde para decir lo siento] A firma Julio Caro Baroja en su obra Vidas Mágicas e Inquisión, referente a las brujas manchegas y toledanas, que los fondos del Archivo de la Inquisición de Toledo referentes a hechicería son escasísimos en procesos de los comienzos del tribunal; abundan, relativamente, los que corresponden al reinado de Carlos I, bajan en el de Felipe II y suben de modo considerable en el siglo XVII, para volver a bajar en el XVIII.Yo estoy y no estoy de acuerdo. En primer lugar, porque una visita a Toledo resulta, si no hechizadora, al menos sí hechizante; y en segundo lugar, porque las brujas, lejos de desaparecer, exterminadas por ese fuego supuestamente purificador que con tanta arbitrariedad y -¿por qué no decirlo?- con tanta mala leche aplicaban los padres dominicos, proliferan en la actualidad como esas golondrinas que revolotean alegremente por encima de igl

Molina de Aragón: Santuario de la Virgen de la Hoz

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D e igual manera que en el caso del Santuario de la Virgen de Jaraba, los orígenes aparicionistas y marianos de este santuario molinés de la Virgen de la Hoz, se remontan a los albores de ese prodigioso siglo XII, pródigo en episodios mistéricos envueltos en los avatares de un larguísimo, complicado y épico episodio nacional, al que la Historia, justamente, para variar, ha acertado en denominar como Reconquista. S orprendentes resultan, así mismo, los paralelismos que hacen de ambos lugares un foco cultual antiquisimo -numerosa es la huella celtíbera, por ejemplo, localizada a todo lo largo y ancho del Señorío de Molina, como demuestran, entre otros, los restos del castro de El Ceremeño, en la cercana población de Herrería-, así como el denominador común, que hace de la figura del pastor el vehículo predilecto por el que la Divinidad se manifiesta, transmitiendo su deseo de recibir culto en ese lugar preciso y no en otro. Q uien haya acudido alguna vez a esta zona en concreto del Alto